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Tres características que te condenan al ÉXITO

Por Rodrigo Reyes, Director Ejecutivo Dos Barbas.

Hace unas semanas, tuve la oportunidad de hacer un taller de pitch y storytelling para postulantes al instrumento Semilla Inicia del Comité Corfo Antofagasta. En esa oportunidad les comenté algunos tips para mejorar la presentación de la propuesta de valor de su proyecto, de modo que en poco tiempo, puedan explicar y clarificar la problemática y la oportunidad (solución) de negocio detectada.

En el transcurso del asunto, me pareció relevante entregar una definición de tres conceptos: emprendedor, empresario y buenas ideas, más bien para hacer una diferencia entre esas palabras que en muchos círculos de conversación se entrelazan y pareciera que tuvieran el mismo significado.

Por una parte, el emprendedor es la persona con una actitud proactiva y creativa, un inquiet@ que “ve lo que todos ven y hace lo que nadie hace”, la mayoría de las veces ejecuta y luego analiza, aquel que no se queda en la intención de hacer algo, sino que se rebusca las oportunidades para llevar a cabo su cometido. 

En este sentido, un emprendedor no es necesariamente la persona que genera negocios con lo que hace, dice y/o piensa. Se trata de quien se propone un objetivo y una meta, planea la mejor forma de llevar a cabo su propósito o planifica los pasos para llegar a la meta y se dispone a sacar adelante “la empresa”. 

Por ejemplo, si quiero profundizar mis conocimientos en temas de negocios, me planifico para usar un tiempo del día para leer y/o buscar información que me permita entender mejor esa materia; o, más simple, si mi problema es levantarme “a una hora prudente” para aprovechar el día, comienzo una rutina para lograr estar activo más temprano.

Por otra parte, el “empresario” es la persona que teniendo un proyecto en mente, la lleva a cabo bajo un modelo de negocios para entrar a competir en un mercado X. A diferencia del emprendedor, generalmente analiza y después ejecuta, por los costos que implica una operación. 

Actualmente, los empresarios forman equipos multidisciplinarios de trabajo que dan cuerpo a una organización, en la que se distribuyen roles y responsabilidades para el desarrollo de diferentes procesos productivos asociados a la propuesta de valor que ofertará en el mercado, poniendo a los productos y/o servicios que desarrolle, un valor de transacción comercial. 

En este caso, el empresario es la persona capaz de detectar oportunidades en el mercado para desarrollar soluciones innovadoras y útiles para un segmento de clientes determinado e identificado, agregando valor tanto a su producto/servicio como a quien lo compra y/o lo usa. De este modo, genera una propuesta diferenciadora que le permite ampliar su oferta, generar mayores utilidades para la inversión de nuevos negocios que le permitan crecer, escalar y/o diversificarse a otros mercados.

En este sentido, los principales aportes de un empresario es la generación de movilidad social, a partir de la creación de puestos de trabajo; diversificar la oferta del mercado; atender a uno o varios públicos de acuerdo a su producto / servicio; fortalecer la economía local y nacional; y elevar estándares de calidad en la medida que su propuesta de valor va creciendo y/o escalando. En suma, un empresario crea una organización que, puede o no, transformarse en agente de cambio social, económico y cultural.

Por ejemplo, Steve Jobs, en 2001, revolucionó el mercado de la música portátil con la introducción del iPod. En ese tiempo, se usaban los discman (CD) o los walkman (Casette), no podías llevar toda la música que te gusta en el mismo aparato y a partir de esa “necesidad” o “problemática” para muchas personas, se vislumbra una oportunidad para introducir una solución que es apetecida por su diseño, interfaz, utilidad, etc.

Finalmente, la persona de las buenas ideas es alguien muy creativo e inteligente, más no con la intención (o ambición) de llevar a cabo un proyecto en el tiempo (que se transforma en empresa). 

Más bien, se trata de personas que, por lo general, forman parte de equipos de trabajo que gozan de un alto potencial de innovación, basto conocimiento en diferentes materias y experiencias personales que incrementan sus opciones de aportar a soluciones grupales. 

Por ejemplo, los equipos de las agencias publicitarias, por lo general, cuentan con muchas personas creativas, con mucha imaginación, lúdicos, con conocimientos ligados a comunicaciones y sociología que permiten elaborar propuestas de valor transformadas en campañas que venden conceptos, ideas, productos y servicios en el mercado.

¿Por qué sería importante saber la diferencia entre estos tipos de personas? Cualquiera puede tener características como las antes explicadas; algunos tienen una de ellas y otros dos de las tres. Pero el que tiene las tres características… están condenados al éxito, de una u otra forma, en poco tiempo o dando la vuelta más larga, a temprana edad o más adulto.

Lo importante de reconocer tus habilidades y competencias bajo estos preceptos, sin duda alguna te permitirá entender tu rol como agente de cambio, desde la posición que te toque o que te guste estar. Lo relevante de estos tipos de personas no es el nivel de “lucas” que ganas o inviertes, sino el impacto, escalabilidad y sustentabilidad de tu proyecto personal de vida y cómo puedes colaborar a transformar el mundo.

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