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¡VUELVE AL LUGAR DONDE VINISTE!

POR JUAN SALINAS 

De la mano de Peter Jackson, (Trilogía del Señor de los Anillos, King Kong), los Beatles vuelven a estar en primera línea con el documental “Get Back”, un proyecto maldito por todo lo que significó la ruptura de los Fab Four. Cincuenta años después, una mirada que clarifica y reescribe todo lo que creíamos saber de ese período que en el saber popular significó. El no va más de una de las historias más vertiginosas y prolíficas de la música popular. 

ALERTA DE SPOILER

Peter Jackson, recibió más de 150 horas de cintas audiovisuales y otras tantas de archivos de audios que fueron grabadas en enero de 1969 y que de la mano del director y documentalista Michael Lindsay-Hogg, dieron fruto a la película “Let it Be”, publicada un año después. En esa película, se muestra a unos Beatles mustios, cansados, casi huraños con el entorno y sus propios problemas. El hastío, los egos y el desgaste lógico de los miembros que comenzaron desde la adolescencia en el mundo de la música, hicieron lo suyo en una relación que presentaba serias fisuras. 

Por un lado, John Lennon y esa entidad bicéfala en la que se había convertido con la artista plástica japonesa, Yoko Ono, a la postre y sindicada por todos como la causante de la ruptura; el perfeccionismo de Paul McCartney, y sus ganas no correspondidas por los otros Beatles de continuar adelante y comenzar a dar shows en vivo, cosa que no hacían desde 1966; las búsquedas espirituales y las ganas de volar lejos del tándem Lennon-McCartney, omnipresentes en todo el proceso creativo, llevaron a George Harrison a querer desarrollar sus propias canciones sin tener que pasar por sus dos egocéntricos compañeros. Y, finalmente, el giro de incursionar en la actuación y resolver sus propias inquietudes por parte de Ringo Starr, dejaron servida la mesa para la capitulación final del conjunto de Liverpool. 

La leyenda popular se encargó de contar que ese proyecto significó el golpe de gracia a la relación de “los melenudos” y que Abbey Road, que fue el último disco grabado por la banda (Let it Be, fue grabado en esas sesiones pero publicado un año después) y en palabras de sus propios protagonistas, fue en el cual se unieron una última vez, dejando sus problemas de lado, facturando acaso unas de las joyas más grandes de su catálogo musical. 

Se dice en el documental “Antología”, aparecido a mediados de los 90s, que esas últimas sesiones de Abbey Road entre abril y agosto de 1969, fueron llevadas a cabo bajo un clima de tensa calma, o como en palabras del Ingeniero Geof Emerick, “cada uno se trataba como si estuvieran caminando sobre huevos, con el mayor cuidado, intentando por todos los medios de no molestar al otro”. 

Pero el resultado de la edición de Jackson, que tardó  cuatro años en desarrollar este proyecto, nos entrega una versión totalmente distinta de los hechos. Dividida en tres capítulos y lanzada por la plataforma de Disney+, el documental “Get Back” navega, por sobre todo, en aguas propias de la nostalgia encontrando ahí su nicho  para seguir enganchando – con bastante auto indulgencia eso sí – a nuevas generaciones con la épica de los británicos. 

Con una pequeña ayuda de mis amigos

El documental comienza con una pequeña reseña histórica del como The Beatles llegan al punto de querer desarrollar un filme y un concierto en vivo. Se barajan locaciones irrisorias, como un teatro romano en Libia que rápidamente son descartados por sus miembros, Ringo Starr estaba comprometido a filmar la película “The Magic Christian” junto a otro monstruo de la actuación como Peter Sellers y solo tenía disponible hasta fines de enero. Fue el primero en rechazar cualquier alternativa de salir de la isla. 

Lennon y Harrison sin mucho convencimiento, aceptaron un show en vivo, grabado para la televisión y McCartney, convertido a esas alturas en el líder de la banda, pujaba por sacar adelante el proyecto. La edición de Jackson es de alta calidad, las imágenes y el audio restaurado por Giles Martin, hijo del histórico productor George Martin, nos van mostrando una cara distinta a lo que se conocía. Podemos ver a cuatro amigos,  ya casi llegando a los 30s y entre medio de separaciones, hijos y sus propios problemas personales, son capaces de colgarse sus instrumentos y en un clima de compañerismo, bromas y no pocas diferencias también, liberan a chorros su genialidad creativa. 

Memorables resultan, la génesis de canciones como la homónima “Get Back”, “Let it Be” y  “Don’t Let me Down”. También aparecen las primeras tomas de “Something” y “Old Brown Shoes”, grabadas con posterioridad, o de verdaderos himnos solistas como “Jealous Guy” de Lennon, que en ese momento fue bautizada como “Child o Nature”, o “Isn’t it a pity” esa redentora melodía que engalana el celebrado álbum de Harrison, “All Thing Must Past”. Son los Beatles en estado puro, sin los artificios y trucos de estudio del “Revolver” o “Sgt Pepper”, son ellos tocando en directo canciones más orientadas al rock & roll, más aptas para ser interpretadas en vivo, como fue la idea original. 

Las parejas de los músicos también aparecen en la filmación. Por supuesto que Yoko Ono, pegada a Lennon, pero también Linda McCartney y su hija Heather, a (la postre adoptada por Paul), Paty Harrison y Maureen Starkey esposas de George y Ringo, también se dejan ver en el film. Es acá donde la historia no calza. 

Los conflictos suscitados en las grabaciones del “Álbum Blanco”, un año atrás, por la presencia de la japonesa, aparece en las imágenes como una problemática a lo menos conversada y aceptada por los demás miembros,  quienes incluso bromean y se dan el lujo de hacer “jams” cuando la artista toma el micrófono. Pareciera que a pesar de la incomodidad, los fab four, van encontrando los caminos para seguir desarrollando discos y que las causas de su ruptura pasan por otras razones que no necesariamente son Yoko Ono.

El primer quiebre sucede al final del primer episodio, Harrison enseña algunas de sus composiciones que no son tomadas en cuenta por el tándem creativo histórico de los de Liverpool. Esto, unido al desangelado ambiente de los estudios Twickenham, locación elegida al comienzo de esta historia para ensayar y grabar algunas tomas y que les termina resultando en exceso frío y despersonalizado, hace que el menor de los fab four, deje de improvisto la banda, alegando la indiferencia de los dos genios en sus canciones y las pocas ganas de llevar adelante un show en vivo en teatros magnificentes, como el anfiteatro de libia (que más adelante, llevarían a cabo con éxito y estilo sus coetáneos, Pink Floyd en las ruinas romanas de Pompeya o los Jaivas en Machupichu).

Harrison abandona el cuarteto y el grupo se moviliza para intentar traerlo de vuelta al redil. Reveladora resulta la grabación de la charla entre Lennon y McCarteney en una cafetería cercana, en la cual el primero le enrostra su excesivo protagonismo y cansador perfeccionismo e intransigencia a “Macca”, reconociendo con altas dosis de franqueza eso sí, que él también había sido culpable en no comprender a su compañero y sus expectativas artísticas durante los últimos años. 

Otro momento, en clave de nostalgia, es cuando McCartney se explaya en la situación que estaban viviendo los últimos tiempos, alegando con más pesadumbre y tristeza que rabia e inquina, que Johnn Lennon estaba más preocupado de estar con la japonesa y que eso le había restado tiempo juntos con su mejor amigo desde la infancia, que incidió en la manera de componer y la relación que estaban llevando. Con un primer plano a la cara de un McCartney pensativo, con los ojos vidriosos y al borde de las lágrimas.

Tengo un Presentimiento 

Harrison acepta volver, pero con la condición de mudarse de los estudios Twickenhamm a las instalaciones de su compañía Apple Corps, más pequeñas, acogedoras y con mejor sonido; tener más espacio para sus composiciones y olvidarse de la idea de tocar un teatro como el de África. Es acá donde aparece el azar y el destino hace lo suyo. 

Un joven tecladista que habían conocido en sus días en Hamburgo, y posteriormente en Londres a comienzos de los 60s, estaba de paso en la fría capital británica para unos compromisos y decide apersonarse en el estudio para saludar a sus viejos amigos. Los Beatles que estaban en búsqueda de un tecladista para el show en vivo, no dudaron en invitarlo a interpretar con ellos. Como anillo al dedo, el joven Billy Preston, de 23 años, engancha a la perfección y le entrega un aire y frescura a las canciones que hasta el momento no habían logrado del todo.  

Los dedos en el piano eléctrico del norteamericano, vuelan con virtuosismo en canciones como “Get back” y “I got a feeling”, y le entrega ese toque melancólico con su solo al final de la cadenciosa “Don´t let me down”. Los Beatles barajan su contratación definitiva, para seguir en el camino junto a ellos, lo que derrumba el argumento clásico que no tenían intenciones de seguir. 

La conversación, muy bien depurada en la edición, muestra sobre todo a un Harrison decidido a hacerlo parte de la formación, cosa aceptada por el resto. Planes de futuro e ideas que pudieron ser, se desarrollan el resto de la cinta, llegando al punto cúlmine con el mítico concierto en la azotea de los estudios Apple en pleno centro de Londres. Aunque más bien fue un improvisado ensayo más que un concierto en sí mismo, con la policía llegando a las puertas del lugar para detener la música. 

El largo y sinuoso camino de la separación

La historia quiso otra cosa y la entrada en escena de Allen Klein, regordete manager de los Rolling Stones a quien John conoció durante el “Rock & Roll Circus” de los Stones, causó la fractura final, mientras Harrison y Ringo se cuadraron con Lennon para que Klein ocupara el lugar del fallecido mentor, Brian Epstein, como manager general de los Beatles y sus asuntos corporativos, McCarney prefirió la asesoría de su suegro Lee Eastman, un prestigioso abogado norteamericano. 

Este hecho, es el detonante de la fractura final de los “fab four”. Unido a los ya descritos intereses personales de cada uno, que terminó con los de Liverpool en las cortes, lejos de aquellos años de compañerismo en el cual se habían forjado. 

Déjalo Ser

Los Beatles se disolvieron formalmente en abril del 70, aunque en estricto rigor, Lennon les anunció a sus compañeros en septiembre del 69 el no va más. Siendo convencidos por Klein ya entronizado como manager, que mantuvieran el secreto para no mermar las ganancias. 

Es el fin de una era, “el sueño ha terminado”, cantó John siempre ácido y mordaz en “God”, una de las obras más notables de su carrera solista. La música cambió por y para siempre con los fab four y la industria cultural ha hecho lo suyo. 

Infinitas y a veces innecesarias y extemporáneas compilaciones, remasterizaciones, cintas perdidas encontradas y reversiones de su música, le ha seguido generando a los sobrevivientes – y las esposas de los miembros fallecidos – buenas ganancias. Las Antologías, de mediados de los 90s (de gran factura hay que decirlo), y sus respectivos discos, devolvieron al frente a los Beatles, quienes han gozado siempre de muy buena prensa, pero sobre todo, el respeto y la adoración sin ambigüedades y casi sin cuestionamientos entre la gran mayoría de sus pares. 

Sin querer, con esta obra se anotan un nuevo logro: prácticamente son los primeros en hacer un reallity show (a su manera), adelantándose en 30 años al tiempo. 

En definitiva, la banda más importante de la historia de la música popular, tiene el colofón que le merece a uno de sus períodos más nebulosos, la de su separación, la de las consecuencias personales que esto dejó en cada uno de ellos y, en el impacto y trascendencia que han logrado, aun 50 años después de dejar de existir. 

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